diumenge, 2 de maig del 2010

Ens han estafat i a l'engròs. Amb deu anys d'escola, els ciutadans no sabem res d'economia ni intenten que en sapiguem

Està a la vista que per a molts l'escola és per a guardar infants i adolescents. ¡Qué diferent seria si els ciutadans haguessin estat alfabetitzats, numeritzats, en economia, domèstica i financera! Seria diferent perquè no s'hagués pogut mantenir aquest engany de la crisi, destapat el 2007 i que ja es torna a repetir peqrquè els fianancers asseguren primer els seus guanys que no sotmeten a caigudes de borsa. Cobren per gestió en funció dels guanys i quan cauen els beneficis perden els inversors anònims, ells ja han cobrat i no són inversors, són gestors. De tot el moviment financer, un terç són els guanys de la burocràcia privada que gestiona; els accionistes anònims, pobrets!, estan sotmesos a la seva paraula. (Ho vaig entendre amb Galbraith, un nobel d'economia). A l'escola, menys matemàtiques, assegurar l'aritmètica amb la complexitat de la proporcionalitat i fer ecomomia bàsica necessària per a tots els ciutadans i comprensió de l'estadística. L'àlgebra, deixem-la per al batxillerat dels científics i tecnòlegs. Ensenyem a tots la probabilitat i no cal que siguin supersticiosos i vagin a Sort a comprar loteria de la Bruixa d'Or.


No lloren por Wall Street Publicat a El País - Negocios de 02.05.10

¿Cuál es el problema con las finanzas? Empecemos por el hecho de que el sector financiero moderno genera enormes ingresos y nóminas, pero proporciona pocos beneficios tangibles.

¿Se acuerdan de la película de 1984 Wall Street, en la que Gordon Gekko afirmaba que "la codicia es buena"? Según los criterios actuales, Gekko sería un pelagatos. En los años que precedieron a la crisis de 2008, el sector financiero representaba un tercio de los ingresos nacionales totales (aproximadamente, el doble de lo que suponía dos décadas antes).

Nos decían que estos beneficios estaban justificados porque el sector estaba haciendo grandes cosas por la economía. Canalizaba el capital hacia usos productivos; repartía el riesgo; mejoraba la estabilidad financiera. Ninguna de esas cosas era cierta. El capital no se estaba canalizando hacia los innovadores que crean empleo, sino hacia una burbuja inmobiliaria insostenible; el riesgo estaba concentrado, no repartido; y cuando la burbuja estalló, el supuestamente estable sistema financiero se hundió, con la peor crisis mundial desde la Gran Depresión como daño colateral.

Entonces, ¿por qué estaban ganando dinero a paladas los banqueros? Mi interpretación, que refleja los esfuerzos de los economistas financieros por encontrarle sentido a la catástrofe, es que principalmente apostaban con dinero de otra gente. El sector financiero hizo apuestas demasiado grandes y arriesgadas con fondos prestados -apuestas que fueron enormemente rentables hasta que fallaron-, pero fue capaz de conseguir préstamos baratos porque los inversores no comprendían lo frágil que era el sector.

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El Fondo Monerario Internacional ha hecho un llamamiento en favor de un impuesto sobre la actividad financiera -un FAT, o 'gordo', en sus siglas en inglés- que gravaría los beneficios y las remuneraciones del sector financiero. Un impuesto así, sostiene el fondo, podría "atenuar la asunción de riesgos excesivos". También podría "tender a reducir el tamaño del sector financiero", cosa que el fondo presenta como algo bueno.

El tema es que la propuesta del FMI es en realidad demasiado blanda. Aun así, si se convierte en una realidad, Wall Street va a estar que trina.

Pero el hecho es que hemos estado dedicando una parte demasiado grande de nuestra riqueza, una parte demasiado grande del talento del país, al negocio de diseñar complejos planes financieros y trapichear con ellos; planes que tienen cierta tendencia a destrozar la economía. Poner fin a esta situación perjudicará al sector financiero. ¿Y?

Paul Krugman, profesor de Economía de Princeton, obtuvo el Premio Nobel en 2008. © 2010 New York Times Service. Traducción de News Clips.