diumenge, 19 de juny del 2011

INDIGNATS - INDIGNANTS - INDIGNADORS - INDIGNABLES

Com no hem d'estar indignats? Fa un any que paguem un 5-7% per aturar la crisi a España. La crisi no l'hem creada els qui tenim un salari assignat, ni els petits industrials, comerciants o empreses de serveis que cada dia treballen les vuit hores o més. Si la crisi l'han creada els especuladors, l'han de pagar ells. Els seus negocis han estat falsos, inflats; han recollit uns beneficis que no s'havien guanyat, consolidat. Han de tornar doncs part d'aquests falsos beneficis, com a mínim des de 10 anys abans de la crisi de 2008.

Alguns dels indignats, els que ens representaven a tots, han estat plantats a les places demanant accions justes, eficaces i proporcionades a la responsabilitat de cadascú. Des del 15 de maig fins el 15 de juny tot havia estat pacífic llevat d'una decisió de treure'ls hipòcritament per qüestions de salut i seguretat. Hi ho van enverinar. No podem creure que els que van fer violència a l'entrada del Parlament de Catalunya fosin els que havien demostrat ser pacients durant un mes. Allà hi van aparèixer i passar al davant uns indignants, uns que ens indignen més i que no tenen res a veure amb les dones que anaven a cuinar o els joves que conduïen de manera sorprenent assemblees massives diferents a la mateixa plaça. Als polítics representants els demanem una presa de posició però sabem que no són els causants d'aquest desordre econòmic. ¿Qui va dirigir la seva acció contra ells, ara que tenen tota la legitimitat per haver estat elegits recentment? Bé, tota la legitimitat no; solament la dels qui els van votar, 55% doncs més d'un 3% eren vots en blanc o nuls intencionals. Així, solament tenen legitimitat 75 diputats dels 135. Hi ha 60 diputats de repartiment proporcional que no representen els ciutadans. Democràcia no és solament una paraula i així comença el despotisme democràtic.

I amb tot això van passant amagadets els indignadors, els especuladors que no creen llocs de treball ni riquesa, els qui juguen a la trilateral o són trileros d'alta volada. Mira si fan trampes que tenen comptes no declarats i ara diuen que ja han pagat els impostos que havien escamotejat. Ho arreglen aviat a cop de talonari, sempre han de pagar menys del que han atrapat abans i per això s'atreveixen. No així els traballadors a sou als qui ja els declaren què tenen i què han de pagar tres vegades: per haver-ho guanyat (IRPF), per haver-ho gastat (IVA) i per haver-ho estalviat (Retenció fiscal). Així ho veiem al nostre país però aquesta Grip Aeconòmica és més mortal que l'anterior i ningú hi posa remei. És una epidèmia mundial que declaren economistes amb autoritat com Paul Krugman.

A les places hi havia molts indignats però els indignables som tots els qui complim amb la nostra feina, actuem pensem i estudiem, paguem els impostos i de tant en tant som solidaris amb els qui no han tingut la nostra sort, la sort de treballar i guanyar un sou. Però quan sabem que sous inimaginables que ningú es pot guanyar per ell mateix i que es coneixen i no passa res, tenim encara més motius per indignar-nos. I es quan veiem la politics-connection: un temps a la política i passar a alts càrrecs d'empresa pública, semipública o privada; càrrecs d'un llarg nom però per als que no es treballen mai les vuit hores diàries. Deu ser això el que veu Paul Krugman:
los únicos beneficiarios reales de las políticas del Comité del Dolor (aparte del Gobierno chino) son los rentistas: banqueros e individuos adinerados con montones de bonos en sus carteras de inversiones.

El gobierno de los rentistas

PAUL KRUGMAN 19/06/2011 publicat a EL PAÍS

Los últimos datos económicos han acabado con cualquier esperanza de que termine pronto la sequía laboral de EE UU, que ya se ha prolongado tanto que el parado estadounidense medio lleva sin trabajar casi cuarenta semanas. Sin embargo, no hay voluntad política de hacer nada respecto a la situación. Lejos de estar dispuestos a gastar más en la creación de empleo, ambos partidos coinciden en que es hora de recortar drásticamente el gasto -destruyendo empleos de paso- y la única diferencia que hay entre ambos es en cuanto a la magnitud.

Tampoco la Reserva Federal acude al rescate. El martes, Ben Bernanke, el presidente de la Reserva, admitía lo sombrío del panorama económico, pero indicaba que no hará nada al respecto.

Y el alivio de la carga de la deuda de los propietarios de viviendas -que podría haber hecho mucho por fomentar la recuperación económica general- simplemente ha desaparecido del programa. El actual plan de alivio hipotecario ha sido un desastre y solo ha gastado una ínfima parte de los fondos asignados, pero no parece haber interés por renovarlo y reanudar el esfuerzo.

La situación es similar en Europa, pero podría decirse que aún peor. En concreto, la retórica del Banco Central Europeo, que defiende la moneda fuerte y se opone al alivio de la carga de la deuda, hace que Bernanke parezca en comparación William Jennings Bryan [secretario de Estado de EE UU de 1913 a 1916 y miembro del ala izquierdista del Partido Demórata].

¿Qué se oculta tras esta parálisis política transatlántica? Estoy cada vez más convencido de que es una respuesta a la presión de los grupos de interés. Conscientemente o no, los responsables políticos están casi exclusivamente al servicio de los intereses de los rentistas, esos que obtienen enormes ingresos de sus activos, que prestaron grandes sumas de dinero en el pasado, a menudo imprudentemente, pero que ahora están siendo protegidos de las pérdidas a costa de todos los demás.

Por supuesto, no es así como eso que yo llamo el Comité del Dolor expone sus argumentos. En lugar de eso, el razonamiento en contra de ayudar a los parados se enfoca en función de los riesgos económicos: si hacen algo por crear puestos de trabajo, los tipos de interés se dispararán, habrá un estallido de inflación descontrolada, y así sucesivamente. Pero estos riesgos siguen sin materializarse. Los tipos de interés siguen cerca de sus mínimos históricos, mientras que la inflación al margen del precio del petróleo -que viene determinado por los mercados y acontecimientos mundiales, no por la política estadounidense- sigue siendo baja.

Y frente a estos riesgos hipotéticos, uno debe poner la realidad de una economía que sigue profundamente deprimida, con un coste enorme tanto para los trabajadores de hoy como para el futuro de nuestro país. Después de todo, ¿cómo podemos esperar prosperar dentro de dos décadas cuando, en la práctica, a millones de jóvenes licenciados se les está negando la oportunidad de iniciar sus carreras profesionales?

Pidan una teoría coherente que respalde el abandono de los parados, y no recibirán ninguna respuesta. En lugar de eso, los miembros del Comité del Dolor parecen ir elaborándola sobre la marcha, inventando razones siempre diferentes para sus recetas políticas, que son siempre las mismas.

Pero mientras que los motivos aparentes para infligir dolor siguen cambiando, todas las recetas políticas del Comité del Dolor tienen una cosa en común: protegen los intereses de los acreedores, cueste lo que cueste. El gasto deficitario podría dar trabajo a los desempleados, pero podría perjudicar los intereses de los titulares de bonos. Unas medidas más agresivas por parte de la Reserva Federal podrían contribuir a sacarnos de esta depresión -de hecho, hasta los economistas republicanos han sostenido que un poco de inflación podría ser exactamente lo que ha prescrito el médico-, pero es la deflación, no la inflación, la que viene bien a los intereses de los acreedores. Y, cómo no, hay una oposición feroz a todo lo que huela a alivio de la carga de la deuda.

¿Quiénes son estos acreedores de los que hablo? No son los propietarios ni los empleados de las pequeñas empresas que ahorran y trabajan duro, aunque a los mandamases les interese fingir que la cuestión es proteger a la gente de a pie que respeta las normas. La realidad es que tanto a las pequeñas empresas como a los trabajadores les hace mucho más daño una economía débil que, por ejemplo, una inflación moderada que ayude a impulsar la recuperación.

No, los únicos beneficiarios reales de las políticas del Comité del Dolor (aparte del Gobierno chino) son los rentistas: banqueros e individuos adinerados con montones de bonos en sus carteras de inversiones.

Y eso explica por qué los intereses de los acreedores ocupan un lugar tan importante en la política; no es solo la clase social que hace grandes contribuciones a las campañas, sino también la clase que tiene acceso personal a los responsables políticos (muchos de los cuales pasan a trabajar para estas personas cuando salen del Gobierno por la puerta giratoria). El proceso de influencia no conlleva necesariamente una corrupción flagrante (aunque esta también se da). Todo lo que se necesita es la tendencia a dar por hecho que lo que es bueno para las personas con las que uno se relaciona, esas personas que causan tanta impresión en las reuniones -¡eh!, son ricas, son elegantes y tienen grandes sastres- tiene que ser bueno para la economía en su conjunto.

Pero la realidad es justo la contraria: las políticas beneficiosas para los acreedores están paralizando la economía. Este es un juego con un resultado final negativo, en el que el intento de proteger a los rentistas de cualquier posible pérdida está causando pérdidas mucho mayores a todos los demás. Y la única forma de conseguir una recuperación real es dejar de jugar a ese juego.

Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel 2008. © 2011. New York Times Service. Traducción de News Clips.



Reitero les 5 mesures que ja vaig formular el 19 de maig passat en aquest blog, allà explicades.

0. Els qui treballem per a tots ara hem estat els primers en pagar.

1. Mesura econòmica. Qui ha de pagar.

2. Mesura social. Qui té dret a l'habitatge.

3. Mesura política. Democràcia, no espectacle electoral.

4. Mesura cultural educativa. Cultura per a tots com a aliment bàsic de la ment.

5. Mesura comunicativa. Garantir la cohesió i la responsabilitat social.

Martí Teixidó
http://politicadeducacio-comunicactiva.blogspot.com/