Es
cuestión, cada vez, de dar al consumo, al tiempo libre, a las exhibiciones de
prestigio y poder y a la cultura el
lugar que les corresponde y su relativa urgencia. ¿Qué es lo que queremos en
suma? ¿Una economía consumista? ¿O de poder? ¿O de prestigio? ¿O es necesario
sacrificar el consumo y al complacencia de una o dos generaciones en alguna
otra virtud? ¿Qué queremos con esta elección? ¿Qué clase de hombre estamos
forjando? Aquí está el problema. Cada vez más y más la tarea del educador
político moderno será iniciar al ciudadano continuamente en el ejercicio de la elección colectiva.
Pero,
justamente, a la vez que nos enfrenta con la tarea de hacernos conscientes,
tenemos que luchar por la edificación de una democracia económica. En efecto,
la única manera de compensar los desplazamientos de la libertad del sector de
la iniciativa individual con el de las decisiones colectivas es permitir la
participación en la discusión y la decisión del mayor número posible de
individuos. Ése es el problema de la economía democrática: como asegurar que
la elección colectiva no es confiscada por una minoría, trátese de la
organización partidaria, de los tecnócratas o de los grupos de presión.
Este
problema de la economía democrática
será el gran problema de las décadas por venir; hoy no se da realmente en
ninguna parte. Por ahora sólo estamos tratando de entender las formas
salvajes de planificación económica. Aquí, rigidez de planes autoritarios;
allá la coalición de los intereses privados, ocultos bajo la apariencia de
interés público; en una y otra parte, burocracia.
Paul
Ricoeur: “Tâches de léducateur politique.” Esprit, 1965. (Republicat a
Política, sociedad e
historicidad. Buenos Aires: UCA-Prometeo, 1986).
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Realment no sabem
què volem. Hi ha grups de pressió que sí que ho saben. La política
democràtica ha de decidir i arbitrar per a tots els ciutadans.
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Horaris
comercials?
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Promoció
d’un complex de casinos i lleure amb desgravació d’impostos?
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Explotar
el riu segons els interessos de qui?
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Única
exigència a l’escola: millorar els resultats dels alumnes?
Democràcia
econòmica. Acceptem que no serà igualtat econòmica. Però podem acceptar
aquestes diferències abusives: uns no tenen ni per menjar ni casa... uns pocs
no en tenen mai prou i estan fent-se una metàstasi econòmica. És un holocaust
econòmic i els polítics diuen que no hi poden fer més, que és la crisi
econòmica.
La política sense
ètica no té control, no té inhibidor, és un càncer.
El que més
m’impresiona és que Ricoeur ho va escriure l’any 1965.
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